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Argentina 2021: menos trabajo y menos trabajadores



Por Juan C. Sánchez Arnau

Economista y diplomático


Síntesis

La economía argentina ha perdido la capacidad de generar empleo y en particular “empleo formal”. De comienzos de 2012 a fines de 2020 le cantidad de trabajadores en todo el país ha crecido en poco más de un millón. Y hoy hay menos trabajadores de los que había en 2015. En el sector “formal” (el de aquellos trabajadores que tienen cobertura previsional) la mayor caída ha sido entre los del sector privado y entre los autónomos; solo creció el número de empleados públicos y el de monotributistas. La radiografía al día de hoy nos dice que en los en los 31 aglomerados urbanos donde reúne información el INDEC (que acaba de publicar su “Informe sobre el Mercado de Trabajo” a fines de 2020) hay 11,5 millones de personas ocupadas, de las cuales 8,1 millones son asalariados y 3,4 millones “no asalariados”, generalmente “cuentapropistas”. De los asalariados, el 63,7% pertenecen al sector “formal” de la economía y el 32,7% (2,7 , millones de trabajadores) están en el sector informal.


El documento del INDEC es muy elocuente sobre el impacto que han tenido las medidas tomadas por el Gobierno nacional para hacer frente a la pandemia en dichos aglomerados urbanos: 716 mil personas perdieron su trabajo y 494 mil dejaron de buscarlo en el año 2020. Si lo proyectamos al conjunto del país, posiblemente han quedado fuera del mercado laboral por lo menos un millón y medio de trabajadores. Para colmo, lo empleos perdidos han sido mayoritariamente en el sector ”informal”, es decir entre los trabajadores de menores ingresos y sin cobertura previsional. Ese importante descenso de quienes buscan trabajo se debe a que no lo consiguen, a que lo bajo de los salarios no lo justifica (la pérdida del salario real en el sector formal ha estado cerca de los 17 puntos en el último trienio) o porque prefieren atender sus necesidades con los fondos de algún plan u otra ayuda social.


La recuperación o rebote posterior a diciembre de 2020 -cuando se recogieron los datos del Informe del INDEC- ha sido leve, y los últimos datos publicados nos indican que es de breve duración. Esta situación se agravará seguramente a partir de las medidas tomadas por el Gobierno nacional el día 14 de abril.


El país enfrenta graves problemas estructurales en materia de empleo. La Población Económicamente Activa (PEA) argentina es el 45% de la población encuestada en todo el país. En Uruguay es del 51,9%, en la Ciudad de Buenos Aires, del 51,4% pero en los partidos del Gran Buenos Aires es de solo el 43,4% y en Formosa del 32,1%!!Y las tasas de desempleo y de subocupación no ceden. Al término de 2020, después de una fuerte recuperación en el segundo semestre, terminaron el año con un nivel más elevado que en 2019 :11 y 15,1% de la PEA, esto es aproximadamente 1,4 millones de personas desempleadas y 1,95 millones subocupadas (es decir trabajando menos de 35 horas por semana).El problema se agudiza entre los jóvenes y las mujeres: entre los varones de 14 a 29 años la tasa de desocupación es del 19% y entre las mujeres de la misma edad, del 26%!. Además, entre el conjunto de los desocupados, aquellos que hace más de seis meses que buscan trabajo, llegaron al 53,8% y aquellos que llevan entre 6 y 12 meses de búsqueda infructuosa, son el 27,1% del total, el valor más alto de la serie desde que se publica y dos veces más alto que el registrado a fines de 2019. Esto nos habla de una creciente masa de trabajadores desocupados permanentes, que explica a su vez, en parte, la baja tasa de la PEA. El mismo INDEC nos dice, en un contexto metodológico por demás confuso, que “La presión sobre el mercado de trabajo se ubica en el 37,3% (de la PEA)” 3,1 puntos más que a fines del 2019. Según nuestros cálculos esto significa que a fines del 2020 había no menos de 4,8 millones de personas con dificultades laborales en el país.


Un hecho nuevo es la importancia que ha cobrado el “home office”, las personas que trabajan desde su vivienda llegaron al 20,2% a fines del 2020, en gran parte debido a los empleados públicos, de la Justicia y del sector bancario retirados de sus lugares de trabajo por la pandemia. Superada esa situación es muy probable que una gran parte vuelvan a sus lugares de trabajo habitual, pero también que esta modalidad de trabajo se vaya afianzando en el futuro en muchos sectores, tal como ya ha ocurrido en otros países. También se registraron un 6,3% de trabajadores registrados pero “ausentes” ya sea por enfermedad o por ser vulnerables y estar fuera de sus lugares de trabajo por prevención.


Los trabajadores desocupados y subocupados se encuentran esencialmente en los grandes centros urbanos del país (Conurbano bonaerense, Gran Córdoba, Gran Rosario y Gran Mendoza). El caso más grave, tanto por lo bajo de la PEA, como por la elevada desocupación y subocupación, es el Conurbano bonaerense. Allí se concentra el 53% de la población cubierta por el informe del INDEC, y la desocupación subió en un año del 10,8 al 14,1% -el nivel más alto de todos los conglomerados urbanos estudiados- y la subocupación pasó del 13,1 al 18% -de nuevo la más alta del país, con excepción del Gran Córdoba, donde fue del 22,6% de la PEA.


La conclusión general que sacamos de este análisis es que estamos ante un problema estructural, originado en la permanencia en el tiempo de políticas macroeconómicas que generan elevados déficits fiscales y endeudamiento que se cubren con emisión, que da lugar a un círculo vicioso interminable que, a su vez, exige políticas impositivas que desalientan la inversión y son fuente de enormes costos que quitan competitividad a las empresas e impiden la creación de puestos de trabajo. A ello se agregan políticas laborales que atentan directamente a la creación de empleo y fomentan la informalidad, y un exceso de protección a sectores que tienen cada vez menos competitividad, por falta de inversión y de competencia que promueva la innovación tecnológica. Para hacer frente a esta situación, se ha optado por paliativos diversos: especialmente empleo público de baja o nula productividad, subsidios y planes sociales, muchos de los cuales desincentivan la búsqueda de trabajo. Para colmo, el país carece, desde hace años, de una política o de un Plan Nacional de Empleo, que trate de encontrar soluciones a un problema ya devenido en estructural, agravado en ciertas jurisdicciones, especialmente en el Conurbano bonaerense, por la ineficiencia y la corruptela imperantes.


Esto situación ha hecho crisis a partir de la pandemia y de las medidas adoptadas por el Gobierno nacional para contrarrestar sus efectos. La mala planificación, la duración de esas medidas y la insuficiencia de los fondos aplicados para paliar sus consecuencias han generado el cierre de miles de PyMES, el alejamiento del país de numerosas grandes empresas extranjeras y la destrucción de miles de empleos especialmente en el sector informal: un enorme daño a la estructura productiva que no será fácil de subsanar y que explica el nuevo salto que han dado la pobreza y la indigencia en el país.


El Informe del INDEC

El último “Informe sobre Mercado de Trabajo” presentado por el INDEC, nos deja con una clara conclusión: entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2020, en los 31 aglomerados urbanos estudiados, la “población ocupada” descendió de 12,240 millones de personas a 11,524. Es decir que se quedaron sin trabajo 716 mil. Y ello ha pesar de las limitaciones para generar despidos o la vigencia de la “doble indemnización” por despido. Por otra parte, la “Población Económicamente Activa” (PEA), es decir la que tiene trabajo más la que lo busca, descendió de 13,436 millones a 12,942 millones. Esto significa que unas 494 mil personas dejaron de buscar trabajo, ya sea porque no lo consiguen, porque el costo de viajar y lo bajo de los salarios no lo justifican (la pérdida del salario real en el año en el sector formal ha sido superior al 7%) o porque prefieren atender sus necesidades con los fondos provenientes de algún plan u otra ayuda social. Si sumamos ambos resultados, nos encontramos con 1,210 millón de personas afectadas por la combinación de la pandemia, las medidas adoptadas por el Gobierno para hacerles frente y la insuficiencia de los medios puestos a disposición de las empresas para limitar el efecto económico de tales medidas.


Los empleos perdidos han sido mayoritariamente en el sector informal. Así surge del siguiente análisis. Los empleos perdidos, de diciembre a diciembre, según el INDEC fueron 716.000. Al mismo tiempo, el informe del Ministerio de Trabajo sobre “Situación y evolución del trabajo registrado” por modalidad ocupacional indica que la pérdida neta de empleos ha sido de solo 232.000 puestos de trabajo. Más allá de las diferencias de definiciones y los métodos de recolección de datos y a pesar de que el informe del Ministerio de Trabajo tiene una cobertura geográfica más amplia, tendríamos una diferencia de casi medio millón de empleos perdidos entre el total y los registrados que deberían corresponder al “sector informal”, es decir a aquellos trabajadores que no tienen cobertura previsional. Por otra parte, la mayor parte de los empleos perdidos en el sector “formal” corresponden a empleos en el sector privado (199 mil), y en menor medida a “autónomos” y “empleados de casas particulares”. Solo el empleo público continúa registrando un ligero aumento (19 mil puestos en el año).


Los datos del INDEC fueron recogidos en el marco de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza trimestralmente, en este caso entre la última semana de septiembre y la segunda quincena de diciembre. Es decir, mientras se iba produciendo un cierto rebote de la actividad económica: De modo que es posible que al final y con posterioridad a ese período se haya producido alguna mejora en la situación comentada. De hecho, el Estimador Mensual de Actividad Económica del propio INDEC, subió un 1,9% en enero respecto de diciembre pero para febrero el Índice de Actividad Industrial de FIEL, desestacionalizado, ya daba una nueva caída del 0,5% respecto de enero. Y las medidas que acaba de tomar el Gobierno Nacional y en especial la Provincia de Buenos Aires para hacer frente a la nueva ola de la pandemia, es muy probable que generen una nueva baja del nivel de actividad y no contribuyan a mejorar la comentada situación laboral.

Digamos finalmente que los 31 centros o aglomerados urbanos del país que abarca el estudio incluyen 28,7 millones de habitantes sobre una población total estimada de 45,4 millones. Excluye la población rural y el resto de los pequeños centros urbanos del país. Si hiciéramos una proyección del número de personas afectadas por la situación laboral al conjunto del país, llegaríamos a una cifra superior al millón seiscientos mil. La cifra real quizás sea menor pues es probable que en medio rural el impacto de esta situación no haya sido tan marcada.


Restantes conclusiones que surgen del informe

La tasa de Población Económicamente Activa (PEA) argentina es del 45% de la población encuestada, muy por debajo de la de Uruguay (51,9%) y 2,2 p.p. por debajo de la de fines de 2019. Debemos señalar que la PEA de la CABA es 51,4% y la de los 17 partidos del Gran Buenos Aires, solo del 43,4% %. Otro dato interesante es la tasa que exhibe Formosa: 32,1%, no solo la más baja del país sino la única que está por debajo del 40%.


A diciembre de 2020 el desempleo a nivel nacional quedó en 11%, por debajo del 13,4% al que había llegado a mediados del 2020 pero aún 2,1 p.p por encima de fines de 2019 (8,9%). Esto es aproximadamente 1,4 millón de personas desempleadas. Cabe señalar, de todos modos, que en una nota al pie de página de las notas metodológicas del informe laboral del INDEC, se advierte a los lectores que las disposiciones vigentes sobre el COVID hicieron que los últimos relevamientos de la Encuesta Permanente de Hogares sobre las que se basa este trabajo reflejaran “un crecimiento en los indicadores de error en las estimaciones…que creció coyunturalmente…del 3 al 5,1%...pero se mantiene un nivel de confianza significativo”. En otros términos: son datos de regular confiabilidad.


En lo que a la desocupación por género y edad se refiere, se mantiene la marcada discriminación laboral en contra de los jóvenes y las mujeres. La tasa del 11%, está dividida entre un 11,9% para las mujeres y un 10,2% para los varones. Para las mujeres la tasa de desocupación de la franja 30/64 años fue del 7,6% y para la franja 14/29 años ascendió al 26%. Entre los varones, los valores fueron: 6,6% para los mayores y 19% entre los jóvenes.


Otro hecho preocupante es que los desocupados con tiempo de búsqueda superior a los 6 meses llegaron al 53,8% de los desocupados y que aquellos que llevan entre 6 y 12 meses son el 27,1% del total, el valor más alto de la serie y dos veces más elevado que el registro de fines de 2019. Esto nos habla de una creciente masa de desocupados permanentes, que explican a la larga, la baja en la tasa de Actividad o PEA.


Al mismo tiempo, se registró un fuerte aumento de la subocupación (quienes trabajan menos de 35 horas semanales) que pasó del 13,1 al 15,1% de la PEA. Completando así un cuadro que, en un contexto metodológico por demás confuso, el INDEC resume diciendo que “La presión sobre el mercado de trabajo -calculada como la suma de los desocupados abiertos, los ocupados demandantes (se supone que de más trabajo por falta de ingreso) y los ocupados no demandantes disponibles (los que no buscan más trabajo, pero están disponibles para trabajar más horas), se ubica en el 37,3% (de la PEA)”. Esto es 3,1 puntos más que a fines del 2019.Y si tomamos una PEA de 12,9 millones de personas, llegamos a la conclusión de que a fines del 2020 había no menos de 4,8 millones de personas con dificultades laborales.


Señalemos por ultimo, que las medidas tomadas con relación al COVID han tenido su repercusión en el mundo del trabajo:

  1. A fines de 2020 aún había un 6,3% de trabajadores registrados pero “ausentes”, ya sea por enfermedad o por ser parte de la población vulnerable. Esta cifra había llegado al 21,1% a mediados del año. Cabe señalar que la última encuesta de la Unión Industrial reveló que las licencias por Covid son de “alta importancia” para el 31% de las empresas encuestadas mientras que las licencias de los mayores de 60 años son “el principal objeto de inquietud” para el 22% de aquellas.

  2. Se ha afianzado el “home office”: las personas que trabajan desde su vivienda subieron marcadamente desde mediados del año 2020 y al finalizar eran el 20,2% del total, de los cuales, aquellos que utilizan sus propios equipos son el 13,6%.


El informe del INDEC nos presenta para final del período comentado la siguiente estructura del empleo en los centros urbanos:

Personas ocupadas: 11,5 millones, de los cuales

8,1 millón de asalariados (70,5%) y 3,4 millones de “no asalariados” (29,5%) la mayor parte de los cuales son “cuentapropistas”.

A su vez, los asalariados se dividen en 5,5 millones de trabajadores (63,7%) con descuento jubilatorio y 2,7 millones (32,7%) sin descuento jubilatorio.

Lamentablemente, la encuesta del INDEC no distingue entre los no asalariados a los que están dentro y fuera del sistema previsional, ni permite compara las variaciones por categoría de un año al otro. En cambio, las estadísticas del Ministerio de Trabajo, a partir de la que confeccionamos el Cuadro Nº1, permiten observar:

  • El estancamiento y finalmente la pérdida de empleo en el sector privado. Y de los trabajadores autónomos (que aportan al sector previsional);

  • El crecimiento continuado del empleo público, los monotributistas y el lento crecimiento del empleo en casas privadas.

  • La baja capacidad del sector productivo argentino para generar empleo “formal”: hoy hay apenas menos de un millón de trabajadores que en el año 2012 y menos trabajadores que en el 2015.

CUADRO Nº 1

Trabajadores registrados según ocupación principal. Total país, en miles


Digamos finalmente que los sectores con el mayor número de trabajadores son: comercio (17%); industria manufacturera (13,2%); servicios financieros y empresariales (11,1%); construcción (10,1%); enseñanza (8,6%); administración pública y defensa (8,5%).



Distribución regional del empleo

Con una media nacional del 45% la tasa de actividad más elevada se encuentra en CABA (51,4); Gran Mendoza (49,5); Gran Córdoba, Gran La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca y Rawson y Trellew (todos alrededor del 48%). El Gran Buenos Aires, presenta una tasa más baja que los restantes centros urbanos de la Provincia (43,4), excepto San Nicolás-Villa Constitución (41,1%).

El resto de los aglomerados del país, presentan tasas de alrededor del 41%, con excepción de Formosa con una tasa de actividad extremadamente baja: 32,1%. Cabe señalar que las estadísticas del Indec del año pasado ya presentaba una tasa tan baja para esta provincia: 33,1 al inicio y 34,4 en la medición de marzo

En lo que a desempleo y subocupación se refiere, como ya señalamos las tasas para el conjunto de los 31 centros urbanos son del 11 y 15,1% y el distrito más afectado es de nuevo el Gran Buenos Aires, con una tasa de desocupación del 14,1% y una subocupación del 18%. El Gran Córdoba presenta una tasa de desocupación del 13% y la de subocupación más elevada del país (22,6%). La desocupación en el Gran Rosario es del 13,6% pero la subocupación es relativamente baja (12,2%). Un caso diferente es el del Gran Mendoza que, con una desocupación ligeramente por debajo de la media, presenta una subocupación muy elevada (17,4%). Otro distrito con un nivel muy elevado de desocupación es Ushuaia-Río Grande (12,8%). Cabe señalar que la mayor parte de los restantes distritos presentan niveles de desempleo del por debajo de la medida y muchos de ellos con tasas del orden del 4%, con la excepción de la Ciudad de Buenos Aires, donde la desocupación llega al 7,2%.


CUADRO Nº 2



En Verde se indican los aumentos, en rojo los descensos

Fuente: todos los datos han sido tomados del informe "Mercado de Trabajo. Tasas e

dores socioeconómicos" del INDEC. Cuarto Trimestre 2019 y Cuarto Trimestre 2020.

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